jueves, 11 de enero de 2007

LA COOPE ESTÁ EN DEUDA


La Cooperativa Obrera nació en Bahía Blanca hace 86 años. Grupos de vecinos se asociaron para llenar necesidades en mejores condiciones. Empezaron con el pan...y todo este tiempo después permite mostrar un desarrollo empresario descomunal. Es la segunda cooperativa de consumo en el orden americano de las de mayor tamaño. Es bastante cercano el número de sucursales al de la edad del emprendimiento.

La Coope se maneja a través de un Consejo de Administración que resuelve estrategias y momentos y un cuerpo de gerentes aplicados a ejecutar esas decisiones. Así lo pide la ley de cooperativas.

Pero, la cosa está al revés.

Un propósito vecinal que permite aunar posibilidades para mejorar la capacidad individual de compra se ha transformado (o, deformado) en una cadena de almacenes y supermercados extendida en toda la región, que regentea un suntuoso paseo (el de Sarmiento al 2000) y ostenta una enorme diversidad de productos y marcas que esperan el favor adquisitivo de los socios.

Todo esto da pie a imaginar una estructura empresaria con cargosos costos de stock, publicidad, personal, bienes de uso, edificios, etc., etc. Obviamente, ese peso incide en la diferencia entre el precio de compra y el de distribución (como se debe llamar a la venta bajo forma cooperativa). Además, los requerimientos de inversión (nuevas casas, actualización de las existentes...) también gravan el excedente entre costo y precio de mostrador.

Es que enfrente están las firmas internacionales que lucran con los bienes que también ofrece la Coope: Wal- Mart, Súper Vea, Norte (Carrefour). Y estamos forzados a competir.

¿Por qué está dado vuelta nuestro sueño? Porque para gozar de los beneficios del cooperativismo de consumo, vivienda, etc., deberíamos haber actuado al revés, siempre. O sea, establecer qué queremos, ir a buscar precios y calidades, definir la compra. De paso, los productores muy felices por anticipar qué vender, a cuánto y en qué momento entregar. Este es el equilibrio que se vuelve imprescindible para salvar a la monopolizada economía de mercado. Difícilmente pueda haber otro que evite que esta corrupción asfixie nuestra pobre democracia económica.

¿Qué tal si la Coope convoca a todos los que piensan hacerse de un cierto tipo de bien, en un cierto momento, y se planta ante los fabricantes reclamando el mejor precio? Esa es la esencia de la fuerza cooperativa de compra. La inteligencia radica en estructurar esa ingeniería de aprovisionamiento, más que en desparramarse en sucursales, burocracias, elites.

¿Habrá tiempo para ponerse de acuerdo en este tema? La Cooperativa Obrera nació en Bahía Blanca hace 85 años. Grupos de vecinos se asociaron para llenar necesidades en mejores condiciones. Empezaron con el pan...y todo este tiempo después permite mostrar un desarrollo empresario descomunal. Es la segunda cooperativa de consumo en el orden americano de las de mayor tamaño. Es bastante cercano el número de sucursales al de la edad del emprendimiento.

La Coope se maneja a través de un Consejo de Administración que resuelve estrategias y momentos y un cuerpo de gerentes aplicados a ejecutar esas decisiones. Así lo pide la ley de cooperativas.

Pero, todo esta dado vuelta.

Un propósito vecinal que permite aunar posibilidades para mejorar la capacidad individual de compra se ha transformado (o, deformado) en una cadena de almacenes y supermercados extendida en toda la región, que regentea un suntuoso paseo (el de Sarmiento al 2000) y ostenta una enorme diversidad de productos y marcas que esperan el favor adquisitivo de los socios.

Todo esto da pie a imaginar una estructura empresaria con cargosos costos de stock, publicidad, personal, bienes de uso, edificios, etc., etc. Obviamente, ese peso incide en la diferencia entre el precio de compra y el de distribución (como se debe llamar a la venta bajo forma cooperativa). Además, los requerimientos de inversión (nuevas casas, actualización de las existentes...) también gravan el excedente entre costo y precio de mostrador.

Es que enfrente están las firmas internacionales que lucran con los bienes que también ofrece la Coope: Wal- Mart, Súper Vea, Norte (Carrefour). Y estamos forzados a competir con los caprichosos del mundo.

¿Por qué está dado vuelta nuestro sueño? Porque para gozar de los beneficios del cooperativismo de consumo, vivienda, etc., deberíamos haber actuado al revés, siempre. O sea, establecer qué queremos, ir a buscar precios y calidades, definir la compra. De paso, los productores muy felices por anticipar qué vender, a cuánto y en qué momento entregar. Este es el equilibrio que se vuelve imprescindible para salvar a la monopolizada economía de mercado. Difícilmente haya otro que alivie la corrupción económica que asfixia esta democracia.

¿Qué tal si la Coope convoca a todos los que piensan hacerse de un cierto tipo de bien, en un cierto momento, y se planta ante los fabricantes reclamando el mejor precio? Esa es la esencia de la fuerza cooperativa de compra. La inteligencia radica en estructurar esa ingeniería de aprovisionamiento, más que en desparramarse en sucursales, burocracias, elites.

¿Habrá tiempo para ponerse de acuerdo en este tema?