viernes, 2 de agosto de 2013

Sin Partidos

Centralicemos la actividad política general en las Primarias Abiertas. Es alentador.
En primera instancia, por la desaparición de los partidos en la continuidad social. Deberían ser cuna de ideas, dirigentes y militantes. Hoy sólo son sellos que visten listas de candidatos a la arena política. No hay distinción ideológica, dogmática o de pertenencia.
Las Primarias se transformarán en asambleas donde se podrán volcar proyectos y nombres que salvarán nuestra idea federal y representativa.
Todas las intenciones urbanas, regionales, provinciales o nacionales se someterán a las preferencias de quienes quieran votar (dejamos de lado lo obligatorio, hoy estéril) para confluir, los mayoritarios, en el sufragio general voluntario.
La libertad del voto empujará a las agrupaciones a enriquecer sus propuestas para la atracción esencial. Hoy se llama a elegir a figuritas con propuestas muy generales.
Deberemos lamentar el deceso de los escudos, escasamente significativos, de los partidos de siempre. Esto ayudarà a la desaparición de los trucos que ejercen, además del oficialismo, las casas partidarias: clientelismo, amiguismo, etc. Lo mismo ocurrirà con la financiación de las campañas, que dejan inevitablemente comprometidos a los que ganan con quienes en las sombras dieron sus dineros en ese favor.
Esta idea impulsará el compromiso de los centros de estudio con la comprensión de las realidades regionales y el identificar alternativas de solución. Estas líneas de acción podrán fundamentar las diferentes propuestas políticas. Surgirán los candidatos que se encaramen sobre cada una de ellas.
Las Primarias Abiertas serán una de las herramientas del impostergable cambio que urge.
La consolidación de los rumbos democráticos tiene que ir acompañada de las modificaciones en el poder judicial (quitándole a los abogados la exclusividad de su llenado) y permitiendo los juicios por jurado y otros recursos que favorezcan la participación social en el desenvolvimiento de esa fuerza constitucional.
No se justifica tampoco la permanencia de los legisladores en bancas que sólo sirven para secretarías del oficialismo o para prebendas de la oposición. Los congresos deberían ser asambleas donde se definan aquellos proyectos puestos a juicio de la sociedad. Y que cada representante se vuelva a casa y al trabajo al finalizar la función.
La Auditoría General es un organismo creado para controlar el desarrollo del poder ejecutivo y debe actuar plenamente. Está conformado por gente de la principal fuerza opositora, que dura en el cargo mientras lo hace legión oficialista. Estas Auditorías deben existir a todo nivel de gestión pública, incluyendo comunas y provincias.
El gasto estatal ha crecido diecisiete veces en la “década” reciente. Obliga a que cada peso consumido sea sustraido en su mitad por la voracidad oficial (aparte de los que sustrae el gravamen a las “ganancias”). Los impuestos deben recomponerse para ponerlos primordialmente al servicio de los más necesitados y de la creación de empleo y el refresco de la inversión productiva.
Las fuerzas armadas absorben buena parte de los expendios del gobierno y su productividad es escasa: habrá que cambiar su orientación.
El gasto en educación debe despertar potenciales, formar y calificar la capacidad de trabajo. El modelo actual es abrumadoramente disciplinante y esteriliza recursos que podrán paliar el castigo de la vejez y el hambre infantil.

La Argentinaa vive a los ponchazos y de parche en parche. Es una gran lástima desperdiciar tanta riqueza humana. Por algo este pueblo dio tantos Nobel como el resto de Sudamérica. El futuro está latente y la intolerancia agazapada.