Como todos los 4 de marzo más recientes, el alma se llena de alegría y congoja. El primer efecto surge de la celebración del cumpleaños de Mario Davidovsky. La rabia es consecuencia de nuestra deshumanidad al ignorar su valiosa existencia.
Ya contamos en diversos medios que Mario nació en Médanos (a 50 km de Bahía Blanca); que hizo el secundario en el Nacional Buenos Aires; que se graduó en Matemática y mantuvo su pasión por la música. En 1974 obtuvo el Premio Pulitzer por sus aportes a las artes. Tras haber inventado el sintetizador (simbiosis de sus pasiones por la música y la matemática), su Sinfonía N°6 fue galardonada ese año en los EEUU.
La admirable humildad de este genio de 78, que integra la lista de los diez más grandes compositores vivos del planeta, cuya ciudadanía honoraria no quiso ser reconocida aún por su pago chico, nos hace sentir orgullosos y comprometidos para siempre en lograr que su tierra natal le dé el reconocimiento insoslayable.
Supimos de él a través de su compañero de banco del Nacional BsAs, el inolvidable "Tátele" Tcherbbis, con quien Mario mantenía feliz comunicación.
Esta nota le va a llegar a Nueva York, donde reside desde que fue comprometido por las más importantes casas de estudios norteamericanas. Que sepa que cada 4 de Marzo volvemos a sentirnos dignamente humanos.