viernes, 23 de marzo de 2012

Despropósitos

Las conocidas y odiosas multas significan una quita a la capacidad económica del infractor. Los recursos que toma la autoridad merced a ello deberían estar orientados a que lo que se le restó al mal vecino sea volcado a la comunidad que sufrió su ilicitud de modo de reparar el daño eventual.
Pero: ¿cómo se puede lograr que un propósito así sea cumplido cuando la autoridad maneja objetivos de gasto tan dispersos y alejados del ya destacado?.


Cuando muchísimos dineros son imputados a la propaganda de presuntas gestiones para sostener económicamenta a medios de comunicación para orientar críticas y modelar opiniones, es imposible comprobar que lo obtenido por las multas pueda derivarse a la meta genuina de esos fondos. Lo mínimo que podría hacerse en forzar a la autoridad a que la recaudación por multas (mal tránsito, mal comercio, mala industria, etc.) sea estrictamente imputado a propósitos comunitarios (comedores, centros sanitarios y educativos).
No sabemos qué opinarán los concejales.