domingo, 19 de febrero de 2012

Gobierno popular y gobierno populista

Dante M. Caputo describió en Perfil:

Gobierno popular es aquel que tiene como meta mejorar el bienestar del mayor número de habitantes. Posee como objetivo, a través de sus políticas públicas, el bienestar de las grandes mayorías sociales. Naturalmente, usted puede pensar que un gobierno populista busca lo mismo. Es cierto, si no es demagógico (ése es el caso cuando declara ese objetivo sólo para lograr el apoyo de las mayorías), la meta es la misma. La diferencia, creo, sustancial radica en la capacidad de ser sustentable. Me refiero a la durabilidad, ampliación y regeneración de las condiciones que lo estabilizan políticamente.
El gobierno popular mejora y difunde el bienestar. Lo hace de manera permanente y cada vez más inclusiva, no sólo por un período corto. Un gobierno populista privilegia en cambio los efectos inmediatos de sus políticas por encima de la duración de estos efectos.




Por ejemplo, una fuerte distribución del ingreso obviamente mejora las condiciones de vida de la población. Pero si esa distribución se basa en una capacidad económica circunstancial, sin prever cómo se sostendrá en el tiempo, cuando cambien las circunstancias de la coyuntura, cuando se vacíen las arcas, se acabarán la distribución y el bienestar. El populismo no prevé el largo plazo. Logra un fulgurante apoyo político y suele, como la historia lo demuestra, terminar en crisis económica, social y política.
Pan para hoy, hambre para mañana. El gobierno popular no cede a la tentación inmediatista. Construye la duración del bienestar. Su principal labor no es el reparto súbito, sino la creación de un bienestar durable y creciente. Enfrente, están los gobiernos oligárquicos (la palabra no califica, sino que describe). Esto es, gobierno para pocos.
¿Por qué en la refinanciación de sus deudas los Estados de Europa pagan 600 veces más que los bancos privados? Si se pudo hacer con los bancos, ¿por qué no se puede con los pueblos? Esa es la divisoria de aguas: a quién se quiere beneficiar, a quién se impone el sacrificio. El modelo griego es el de un gobierno antipopular.
El problema es que detrás de esta batalla de denominaciones suele esconderse la posibilidad de un drama mayor. El populismo, que no se plantea la sustentabilidad de sus cambios, genera las “Grecias” del futuro.
En un mundo donde la democracia sea superada por la solución financiera de las crisis políticas o en el que los populismos reemplacen a los gobiernos populares se conformará un sistema inestable de relaciones. Incluso, peligroso. Sociedades inestables generan relaciones inestables entre las naciones.