sábado, 22 de septiembre de 2007

La mayor pobreza nacional



Es la carencia más sentida de nuestra sociedad. Nos faltan dirigentes.
Es notorio en la suerte que nos ha tocado en lo político.
Se da también en lo social, en lo deportivo. La pobreza responde a un modelo educativo que ha dado prioridad a lo disciplinante antes que a lo creativo.
La enseñanza ha recurrido abrumadoramente a imponer orden más que a capitalizar socialmente las potencias individuales.
El enciclopedismo ha tratado de llenarnos de información sin formarnos. Se nos ha impuesto el individuo que es hartado de datos matemáticos, históricos, idiomáticos, geográficos. Nunca tuvo espacio el proceso auténticamente educativo, cual es el liberar las capacidades enriqueciendo lo mejor de todos y cada uno. Se trata de valorar el que un alumno memorice por un rato los ríos de China o las montañas suizas antes que la historia o la geografía de su propio entorno.
Los poderosos de siempre han delineado cursos de estudio que nunca llegan a poner en discusión la realidad vivida o la actual. Una carrera universitaria típica es una compilación de materias que buscan un engorde global dejando de lado la potenciación de las vocaciones. Un título puede lograrse acumulando información desordenada y hasta incongruente. La ejerce una persona que, en caso de gozar de una universidad pagada por todos, debe someterse a un tratamiento de lleado de datos, esterilizado del medio político y social circundante y accediendo a una habilitación que puede no tener ninguna relación con las necesidades de su entorno.
Por todo eso es que hoy la Argentina está groseramente centralizada en la Capital. Porque los mecanismos reales del poder se han preocupado de sostener un esquema que los perpetúe conformando una sociedad criada en la represión y la censura. La educación es uno de esos claros ejemplos. También la organización del trabajo, de la familia.
Después nos preguntamos por qué está fracasando rotundamente la democracia que elegimos veintitantos años atrás. Porque a la vez que los más fuertes coparon las vías de intermediación, deglutiendo a los medios de comunicación y vaciando a los partidos, no hay escenarios donde cultivar dirigencia. El modo de vida ha sobrepuesto la individualidad por encima de lo colectivo. “Sálvese quien pueda” mejor que “cómo salimos, entre todos”.
Los monopolios han logrado corromper instituciones y procederes. La impunidad ha degradado la confianza popular y ha oscurecido los valores que nacen del genuino sentido de la vergüenza.
Mientras sigamos legitimando el papel de los grandes capitales, despreciando el cooperativismo se nos va a cerrar todo acceso a las soluciones.La única alternativa a esta corrupción es reimponer la participación popular. Será, asociando en todos los órdenes (político, social, recreativo) las posibilidades individuales con respeto y tolerancia constante. Agrupar la gestión de los consumidores y pequeños productores para darse fuerza en las decisiones grandes.
Hay que recuperar democracia neutralizando el caprichoso dominio de los poderosos. Y de esa estrategia debe nacer una tarea educativa genuina, que enriquezca lo personal en beneficio de una mejor vida social: más justa, más estable, más libre.

jueves, 6 de septiembre de 2007

El sueño cumplió 25


Hace justamente veinticinco años que empecé a militar en un partido.
Me tomo el derecho, dado el acontecer, de decir lo que siento.
Fue un momento de pasión y romance. Salíamos de la oscuridad y el terror. No alcanzaba con los Falcon verde que podían levantar a cualquiera. Encima se arriesgaba la guerra con Chile y con Inglaterra y los EEUU.
Fue la cumbre de un metapalos a una sociedad que se había animado a lucir tres Premios Nobel y a destacar artistas y científicos por todo el Mundo. Todo era excesivamente disciplinante: el colegio, como el servicio militar; la familia y la instrucción universitaria. También, el trabajo donde todo se ajustaba a cumplir y a bancarse la peor asfixia creativa. Sólo al final del proceso aparecieron luces de libertad, como Humor, Satiricón, Hortensia. Y varias piezas teatrales que se anteponían a las amenazas, en formas underground. Y perlas literarias y musicales, claro que sí.
Afloró el verticalismo peronista arrastrado por Herminio y Luder. Y el inolvidable RA, seduciendo mayorías con su lirismo y su coraje.
Las casas partidarias hervían, como nunca.
El 30 de Octubre del 83, Alfonsín iba a abrochar la historia más sorprendente e ilusoria.
El disfrute duró casi cuatro años. A esa altura, los dueños de la economía ya habían programado la caída del caudillo de Chascomús y su movida.
Llegó Menem prometiendo progresos y modernismo. Tuvo que bancarse dos “hiperinflaciones” hasta que aceptó sentar a Cavallo como ministro de economía. Pasó a reinar un plan de convertibilidad que nos obligó a seguir sin pausas el ritmo del avance norteamericano. Como eso era imposible, lo pagamos con endeudamiento gigante, destrucción de la industria y desposesión de los bienes públicos.
Después vino el embriague de la Alianza, el desconcierto social, la venida de Duhalde (que mandó el dólar a 3 por 1 para engrosar las reservas y saciar a los todopoderosos).
Reforzando la debacle, los usureros se quedaron con los medios de comunicación y se instalaron como agentes de intermediación entre la gente y el poder público. Vaciaron a los partidos y orientaron la opinión masiva en resguardo de sus pretensiones.
Un nuevo escenario sudamericano prohija líderes flamantes y va germinando una vida más democrática. Bajo esa configuración, los Kirchner (que accedierona la Rosada con el veinte por ciento de las preferencias del 2003) han forzado una situación nacional en la que se arriesga seriamente el futuro por entregar soberanía energética y por aumentar la debilidad democrática interna (por su frágil convicción democrática).
Este 2007 nos muestra desilusionados por la vida política, empobrecidos de estímulos creativos
y difícilmente asociables en otro proyecto reivindicador.
La esperanza dependerá de cuánto podrá remendarse esta orfandad civil. Se necesita una reforma constitucional en serio: hay que recomponer la estructura de los poderes legítimos (federalizando, convocando, comprometiendo). Habrá que recuperar la naturaleza asambleística de los congresos (cortando con mandatos perdurables, sin otro sentido que el de la posibilidad negociadora particular)
Y rehacer el judicial para su insoslayable autonomía.
Ya vamos a seguir con esto. Valga este balance a 25 años de un sueño.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Comentario rionegrino



Ramón Manuel Minieri agregó a "Sociopatía" (29/01/07)la siguiente nota:
Aplanados por el discurso economicista y materialista supino, tendemos a olvidar que las sociedades y las economías funcionan merced a dos grandes insumos (y fuerzas): confianza y creencia. En un juego grupal con chicos de secundario, los invité a establecer qué elementos necesitarían básicamente para sobrevivir en una isla desierta. La respuesta de uno de ellos me asombró por su sabiduría: "GANAS".
Pero nuestros sistemas sociopáticos, según me parece, tienden a matar precisamente las ganas, y a manipular hasta el asco la confianza y la creencia.

El ex subsecretario cultural de Río Negro añadió: De este modo se logra que dependamos en mayor medida de otros, y se perpetúe un esquema de dominación.
Un abrazo.
Ramón

lunes, 3 de septiembre de 2007

Libertades en Riesgo



Castigar el uso de un celular mientras se maneja es contradictorio. La mayoría de los taxis y remises usan equipos de radio.

Multar por no usar casco conduciendo una moto es ilegítimo. No es materia de derecho. Es un tema moral, de libertad de elección individual. De convicciones. Lo mismo, lo propio con los cinturones de seguridad. La forma más eficaz de prevención es la educativa.

La ley tiene que ver con la vida de relación. La de la persona con otra persona. O con otra cosa (de otra persona). Si se roba, se mata, se ofende, siempre es contra alguien. Nunca, contra uno mismo.

Si una ley obliga a renunciar a vidrios polarizados, podría dar pie a otra que fuerce a tomar una religión determinada.

La diferencia entre moral y derecho es la individualidad en oposición a la sociedad. Todo lo que cabe como decisión personal escapa de lo normativo hasta tanto interese a un prójimo. Si se tienen enganches salientes en un vehículo, sólo se podrá recurrir a justicia ante un daño originado por esa elección. Claro que para que ese irresponsable saque el enganche de su rodado se necesitará un esfuerzo persuasivo y educativo de la sociedad.

Imaginemos programas de TV donde se muestren las barrasadas que se cometen en el tránsito. Debe ser muy atrayente ver vecinos empeñados en hacerse daño (como llevar una moto sin casco o manejar usando un celular) y en infligírselo a otros (pararse en doble fila, desparramar gases tóxicos en pleno centro, etc.). Poder recrear ese sentido de vergüenza que nos ha escondido tanto corrupción va a ser muy sano para todos.

Pero mucho más sano será ir progresando en democracia y definir hasta dónde llega el autoritarismo que alentó a esta Argentina ingenua. Los poderes de la legislación y la judicatura han avanzado oscuramente al amparo de los pobres sistemas educativos y de los excesivos poderes nacidos de la riqueza. Hay mucho autoritarismo impregnado en nuestra vida social: es represiva y disciplinante la familia, la escuela, el trabajo. Nos falta consolidarnos en nuestra libertad individual para hacer más creativa y dinámica nuestra vida social.

Claro que si seguimos homenajeando a los monopolios y a su carnaval de prepotencias, el camino a lo justo será cada vez más difícil.

sábado, 1 de septiembre de 2007

miércoles, 1 de agosto de 2007

Sueldos: Intendente bahiense admite aumentos


Los municipales bahienses están movilizados. Pretenden una elevación del 30% que ayude, según afirman, a recuperar la capacidad de gasto de los salarios devaluada con la inflación.
Han marchado bajo la lluvia a reclamar ante el jefe comunal y los concejales.
Es irrisorio.
Suponen que el Intendente está oponiéndose al incremento pedido. Y que algunos de los ediles también.
Error. El Jefe forma parte de la planilla de sueldos. Para Junio pasado, sus haberes significaban un básico de $ 17.256, 13 (justamente, ahora, que las monedas de un centavo han casi desaparecido).
Con el agregado de la representatividad, esos diecisiete crecen considerablemente.
Los concejales perciben una base de $ 6.415,80. O sea, algo así como 1.100 menos que los secretarios. Aunque, 500 más que los subsecretarios.
En otro nivel, un profesional puede acceder desde mil veinticuatro hasta 2.536 (si asegura dedicación exclusiva).
En una situación muy parecida están los obreros, los administrativos y los técnicos.
Las menores retribuciones son de poquito más de 800 pesos mensuales para empleados de hasta 30 horas semanales de compromiso con la comunidad.
La masa salarial reclamada por la administración comunal a los bahienses para sostener a la Municipalidad no debe ser menor del 70% del presupuesto. Sesenta y pico millones se abonan anualmente en sueldos de bolsillo a los 3 mil dependientes y a unos cuantos becarios. Hay que adicionar las cargas previsionales, de aseguradoras, obra social, etc. La comuna gerencia unos 150 millones al año.
La masa salarial es muy significativa. El presupuesto global, también. Cada familia bahiense está aportando, en promedio, 250 pesos mensuales a la Comuna. Unos 180 irán a mano de obra, muy probablemente.
El Intendente no puede oponerse en definitiva a los reclamos. Aquel 30% citado proporciona unos 5 mil más por mes a sus ahorros. Los ediles están en algo parecido.
Los aumentos tendrían que discutirse con la Asamblea de Mayores Contribuyentes, que representa más legítimamente que el Jefe municipal a los bahienses en materia económica. Es esa entidad la que deberá autorizar al Intendente a responder a las demandas salariales.
Por otra parte, en algún momento habrá que plantear la composición de la escala de sueldos. ¿Cómo se explica éticamente que alguien, en una misma empresa pública, acceda a más de 20 mil pesos por mes cuando un simple obrero tiene que limitarse a llevar a su Casa apenas mil?. ¿Es que se justifica que una responsabilidad mayor deba retribuirse con mejores ropas, mejores comidas o turismo fácil?.
No puede haber diferencias hirientes y cuando los que más sumidos están puedan asomarse con dignidad ante el resto, estaremos más tranquilos y seguros.

miércoles, 27 de junio de 2007

Agotamiento democrático


La globalización de los poderes corrompe y esteriliza a los mandatarios genuinos. La debilitación de las soberanías envilece a sus terminales fundamentales: los gobiernos que están cara a cara con el ciudadano.
Hay mayor eficacia presurizadora desde los organismos externos (públicos y privados) que la de las demandas del vecindario comunal.
El caso de Bahía Blanca, distrito de menos de 300 mil habitantes, muestra cómo alcanza prioridad una obra multimillonaria que beneficia a empresas privadas (una estación de ómnibus de larga distancia) por sobre el sistema de transporte intraurbano, muy cercano a su quiebra.
Enseña, en otro plano (el de la justicia de faltas) cuánto se desnaturaliza un esquema que castiga pecuniariamente al infractor perdiendo la equidad, abono esencial de lo justo (por la creciente diferencia entre pudientes e impudientes).
El agotamiento de la democracia, el irracional abandono de su cultivo y expansión, ha negado los canales de discusión y progreso social.

Hay evidentes muestras relativas al distanciamiento que progresa entre requerimientos populares y políticas y estrategias de los gobiernos vecinales.
Dolos y falencias de las estructuras políticas estatales alejan a las acciones de los municipios de la resolución de necesidades esenciales de la población. Pareciera que todas las herramientas de la sociedad están orientadas a reforzar los poderes ilegítimos.