Nuestros concejales llevan a cabo la
tarea de representar los intereses vecinales, por sector o por
vecindario, incidiendo en el despliegue de la administración
municipal. De ese modo, ya sea elevando voces de los pobladores de un
barrio o de vecinos interesados en rubros específicos (económicos,
sociales, etc.) comunican al Intendente sus pareceres y
recomendaciones.
Dentro del Concejo se reparten entre
comisiones que atienden las distintas áreas que debe cubrir la
política comunal. Es la salud, el tránsito y el transporte, o la
hacienda municipal y otras.
Lo que es notable radica en que la
función de los ediles se da de la Municipalidad hacia afuera. Es
decir, de la relación del municipio con los vecinos, con el gobierno
provincial, en la convivencia regional o la vinculación con esferas
nacionales. También, poco asiduamente, en un rol internacional.
Es muy poco habitual que los concejales
se dediquen a las cuestiones internas del desenvolvimiento municipal.
En casi treinta años de trabajo
profesional, quien escribe nunca fue consultado por temas de esa
orientación. Con seguridad, a compañeros de responsabilidades
similares tampoco les ha tocado esa suerte (salvo en cuestiones que
alcanzaron repercusión mediática).
Es un gran defecto de la comprensión
del rol de los miembros del HCD. En el caso bahiense, nuestro
gobierno ocupa a unos 3 mil trabajadores y gasta unos tres millones
de pesos cotidianamente. Es la empresa más grande (o, por lo menos,
una de la mayores) del distrito.
¿Cómo entender o justificar el
desinterés de los ediles por el tema? Deberían tener ideas
actualizadas de la performance de las diversas áreas más o menos
críticas de la Comuna. Su responsabilidad es auditar el despliegue
del departamento ejecutivo en pos de las metas políticas votadas por
la ciudadanía de Bahía Blanca.
Es determinante que la estructura del
Concejo es inapropiada, insuficiente para lo que les toca hacer. Cada
miembro debería tener sus asesores para alcanzar a una información
lo más cercanamente posible a la realidad y no estar sujeto a la
individualidad actual, que sólo se salva cuando alguien del bloque
partidista puede ayudar a sus pares.
El HCD es el cabildo. Lo integran los
legítimos voceros de la comunidad. Son hacedores de los propósitos
elegidos en las urnas y celadores de su mejor cumplimiento. Hoy, el
jefe de la ciudad está instalado en el palacio municipal y da forma
ala planta y las herramientas de acuerdo a sus criterios y con fines
obviamente electorales.
Será mucho más positivo que el
Intendente se asiente en el HCD y dirija a un departamento de
ejecución integrado por gente concursada, estable y de carrera,
convenientemente asesorada por los cuerpos profesionales y técnicos
que mejor convengan.