A pesar de que los valores de las
multas se quintuplicaron entre 2010 y 2012, la cantidad de
infracciones creció en Bahía Blanca 14% en ese lapso.
Pasarse por un semáforo en rojo
origina un castigo de 1947 peso (dejando de lado la ampliación de
ese castigo resoluble por los jueces municipales en caso de
reincidencia). A fines del 2010 eran 200 pesos de base (reductibles a
la mitad si se abona previamente a la fecha de la audiencia).
Se podría demostrar así que la
multiplicación del monto de las multas no incide en la disminución
de ilícitos.
Ya 2011, con el 8 por ciento más de
infracciones que un año antes, negaba ese propósito aún al haberse
duplicado en ese tiempo los valores del 2010.
Faltaría comparar los ingresos
comunales generados por ese rubro para estimar cómo habría variado
la predisposición de los imputados a pagar de año en año.
Lo que sí es conjeturable es que
aumentar los importes de las faltas no redunda en un mejoramiento de
la inconducta de los vecinos. Sobre todo si se observan las grandes
diferencias de capacidad de gasto de los diversos sectores: castigar
por igual en moneda es una desconsideración de ese postergado y cada
vez menos atendido problema social.