martes, 8 de noviembre de 2011

Las madres de Casa Rosada

Hay una sociedad femenina sólida y soberbia. Desde Balcarce 50, desde el Banco Central, del ministerio de Desarrollo Social y del de Defensa parten las directivas menos discutibles de la política nacional.

Puntualmente, la decisión oficial de incomodar a los particulares compradores de divisas parece ser continuidad de una estrategia puesta en marcha meses atrás.


Posiblemente el objetivo tenga que ver con los subsidios y tarifas de servicios públicos, que es una significativa sangría a las arcas oficiales. Cómo llegar a esa meta sin exacerbar conductas inflacionarias es la preocupación central del gobierno.
Desde la asunción de los K, la exaltación del consumo fue la estrategia destinada a aumentar empleo y recaudación fiscal. Se instaló la sociedad con los financistas, dándole a los bancos el manejo de los fondos de la Anses a bajísimo costo. Éstos volcaron esos recursos a los mercados proponiendo créditos sin interés (y disfrazando en seguros de desempleo y de vida sus pretensiones de lucro). Para los operadores de los recursos financieros (dentro de un sistema aislado del esquema internacional) se originaba la renta financiera en adición a la comercial (o sea, el beneficio por ventas). Los planes más accesibles no son instrumentados por la banca pública (Nación, instituciones provinciales) sino abrumadoramente por los financistas criollos y sus socios foráneos.
Pero la fuga de moneda extranjera creció por efecto de la desconfianza. Una falta de fe que tiene fundamentación reciente: corralito, hiperdevaluaciones, etc. Y el fenómeno recrudeció hasta lo insostenible.
Una táctica política basada en el clientelismo y  la prebenda iba asfixiándose por la magnitud de los subsidios y la constante expansión del gasto público.
Se optó entonces por masacrar al comercio del menudeo restringiendo fuertemente las importaciones. La situación golpeó al pequeño comercio minorista y a la fábrica mediana, distantes de la formación de precios, mientras se compensaba a las grandes comercializadoras (propiedad de los bancos) que pueden ofrecer crédito accesible por los artículos de gasto más significativo (como los TV, LED o LCD y celulares terminados o envasados en el País).
El acogotamiento del consumo contrapesó la reacción inflacionaria. La corriente principal del uso popular del dinero se dirige principalmente a la búsqueda del dólar negro.
El escenario promueve más concentración de la oferta, más precarización laboral, mayor debilitamiento de la clase media y progresiva aniquilación de la democracia.