Ya se confirmó la incorporación del actual
jefe comunal bahiense al futuro gabinete de la Provincia.
Resignando su postura en contra de las
“listas testimoniales” (otro invento de CNK para derruir el sistema político),
el abogado bahiense será reemplazado el 11 de diciembre por un colega.
Scioli y Breitenstein sabían de esta
maniobra desde antes de octubre. No podemos entender qué podrá hacer el nuestro
en un ministerio de la Producción (aunque anunció que actuará en favor de Bahía
Blanca...).
La situación refrenda el que no podemos
seguir corrompiendo esta democracia votando figuritas y, no, programas. Si
funcionaran como corresponde los partidos, vaciados en la nación por el aumento
de los monopolios y las estrategias de sus voceros, estaríamos más seguros.
Algunos impresentables dicen que nuestra
sociedad ha madurado sensiblemente, demostrándolo el votar
mayoritariamente a una opción política y
apurarnos enseguida al refugio del dólar. Aceptar el elegir figuritas en vez de
optar por programas y metas niega ese progreso general.
Son los partidos los que deben actuar
comunicando a la gente con la autoridad, llevando y trayendo inquietudes,
urgencias y soluciones. A la vez, preparar dirigentes y militantes que den vida
y sentido a las banderías partidarias; quer estén capacitados para actuar y
controlar.
Ya expusimos que se necesitan nuevas
agrupaciones, mejor ancladas en sus bases municipales, que reemplacen a los
todavía existentes (por más que sean sólo sellos y escudos y alguna Casa
legítima). Hay que regionalizar las comunidades de intereses y elevarlas a las
provincias y a las esferas de más jerarquía. Las universidades tiene que
comprometerse en los diagnósticos y
propuestas de cada geografía. Cada partido conatrá con sus medios de
difusión, propiamente identificados con ideas y recomendaciones genuinas.
Luego del romanticismo de los 80, del
nefasto pragmatismo de los 90, los K enseñaron que para ejercer poder hay que
tener banca. Edifican su “modelo” dominando seductoras chequeras (que ya
probaron eficacia con senadores y gobernadores). Se asociaron a fuertes grupos
económicos y crearon conflictos con otros. Desenvolvieron aparatos sofocantes
de propaganda y se enclaustraron para llevar adelante decisiones y nombramientos.
Esa táctica partió al mismo partido oficial. En lo económico apoyaron el
crecimiento de pesados agentes financieros y castigan a la clase media
obstruyendo sus vías de desarrollo. Esta declinación de las empresas medianas y
pequeñas es el rasgo más preocupante de la destrucción de la democracia.
Imploremos por el tiempo que alcance a dar
vuelta este desgraciado proceso. Tenemos la humanidad suficiente.